© Antonio Nodar / Gosia Trebacz
Cracovia 1971
Obra de Gosia Trebacz se mueve en un entramado abierto a la complicidad, en el que distintos ámbitos plásticos comparten el mismo espacio. La pintura, la fotografía, el colage son procedimientos que amplían el lugar del cuadro, acentuando la idea de dimensionar el mensaje visual al extenderlo más allá de los límites tradicionales. Cada una de sus piezas acaba, así, por ofrecer vías multidireccionales. Reflexionar sobre los distintos factores de estas composiciones será, recordando a Schulz, como “desenmascarar a los actores de un drama”. La utilización del papel, la inclusión de una simbología escrita y la unión de estos elementos a los pigmentos presupone un conocimiento técnico y una imaginación que se deshace de estrategias y convenciones pasadas. Es una pintura de gestos que establece relaciones con el informalismo, participando de la superficie como muro, lugar de refugio de grafitis y dominio del dripping. Las texturas son fruto de una acción calculada en la que se ha infiltrado la improvisación, el azar que siempre interviene fomentando la creatividad.
La propuesta de Gosia Trebacz sorprende por esa conjunción formal de actuar a través de las formas, los materiales y el color, tratando de dejar que la obra se abra camino estableciendo nuevas direcciones, conformando nuevos ideogramas con los que provocar la comunicación con el espectador. Y también sorprende que este proceso comunicativo se produzca abordándolo desde una práctica tan agraviada en los últimos tiempos como la pintura, una pintura que alcanza a matizar las imágenes deliberadamente alteradas de la fotografía, otros de los medios que codifican renovando esta sugerente creación artística.
Mercedes Rozas