© Antonio Nodar / Teo Soriano
Mérida, Badajoz 1963
En un principio mi intención era negar la imagen cubriendo íntegramente la superficie de la fotografía con un color acrílico opaco gris de payne.
Esta permanecería completamente oculta pero con el contrapunto del retrato de Antonio se imaginaría que está tras la pintura.
Más tarde, durante el proceso decidí dejar al menos algo físico reconocible, mis manos.
Al final, pensé en los pintores clásicos del claroscuro, así que, inmediatamente y antes de que la pintura secara impregne un paño con agua y froté hasta que mi rostro y el torso quedaron algo visibles, velados.
Me gustó la idea porque no sabes bien si el autorretrato se revela o tiende a desaparecer.